viernes, 31 de octubre de 2014

La ‘antifragilidad’ de Nicholas Taleb, cuando empiezas no puedes dejar de pensar en ella

Esta semana Andrés y yo publicamos un artículo en Sintetia motivado por la noticia de los últimos días en internet: la ‘gran’ softonic, valorada en 275 millones de euros, en ERE y despide al 50% de la plantilla; también eDreams, una de las pocas startups tecnológicas españolas que escaló hasta la bolsa, sumida en unos vaivenes terribles de cotización, tan sólo porque Iberia dijo que no aceptaba su buscador.


Conectamos estas noticias con uno de nuestros autores, para Andrés y para mí, de referencia, Nicholas Taleb, y más concretamente de su último libro, ‘Antifrágil’. En el artículo explicábamos un poco la esencia de este concepto y su conexión con la volatilidad y la fragilidad que puede suponer depender, por ejemplo, como únicos ingresos la publicidad de Google.

Como estoy en racha, y repasé las notas del libro que tenía cuando lo leí, quería hoy compartir el concepto de la ‘antifragilidad’ de una forma ampliada. Con varias citas que he elegido (tengo muchas más) creo que el combustible intelectual, al menos es de gran calidad J:


(…)¿Cómo podemos innovar? Para empezar, debemos meternos en algún aprieto (hablo de algún problema que sea serio pero no irreparable). En una convicción que va más allá de la especulación, creo que la innovación y la sofisticación surgen de una situación inicial de necesidad a la que se responde con algo que va mucho más allá de satisfacer esa necesidad (por ejemplo, pueden ser efectos no buscados de un invento o de un intento de inventar algo). Hay muchos dichos clásicos sobre esta cuestión y uno en latín dice que la sofisticación nace del hambre….la idea es la misma que la del dicho popular que reza “el hambre agudiza el ingenio”.

En resumen, lo que innova es el exceso de energía que se libera al sobrrereaccionar a un contratiempo.


Esta idea contradice en muchos niveles los métodos y las ideas actuales sobre la innovación y el progreso que nos hacen pensar que la innovación es producto de la financiación burocrática, de la planificación, de colocar a la gente en una clase de la Harvard Business School impartida por una Muy Condecorado Profesor de Innovación y Espíritu Empresarial (que nunca ha innovado en nada). Pero esto es una falacia: de momento, basta con pensar en los muchos técnicos y empresarios sin formación que han contribuido de manera desproporcionada a diversos avances tecnológicos –de la Revolución Industrial hasta la aparición de Silicon Valley- para ver lo que quiero decir.

(…)

Quienes entienden la resistencia bacteriana en el ámbito de la biología  son totalmente incapaces de captar la máxima de Séneca sobre el efecto contraproducente –inverso- de los castigos. Séneca escribió: “el castigo repetido sofoca el odio de unos cuantos pero aviva el de todos…igual que los árboles, una vez podados, brotan incontables ramas”. Las revoluciones se alimentan de la represión: brotan más y más cabezas cuando literalmente se cortan las de algunos manifestantes. Hay una canción irlandesa que resume este efecto:

“Cuanto más alcéis vuestras barricadas, más fuertes nos haremos”.

(…)

La información es antifrágil; se alimenta más de los intentos de dañarla que de los de fomentarla. Por ejemplo, muchos echan por tierra su reputación por el simple hecho de intentar defenderla…

Para un libro, la crítica es una señal de atención muy genuina e indica que no aburre. Y es que lo único realmente malo que le puede pasar a un libro es que aburra.

Balzac cuenta que las actrices pagaban a los periodistas (normalmente en especie) para que sus críticas fueran favorables; sin embargo, las más astutas les hacían escribir críticas desfavorables sabedoras de que así las harían más interesantes.

(…) Con pocas excepciones, quienes visten de forma extravagante tienen una reputación robusta o incluso antifrágil; en cambio, quienes van bien afeitados y llevan traje y corbata hasta en la playa son frágiles a la información sobre ellos.

(…) Cuando oímos que una empresa o un gobierno endeudados hasta las cejas intentan ‘restablecer la confianza’, sabemos que son frágiles y que, por lo tanto, están condenados al fracaso. La información es despiadada: una rueda de prensa para ‘tranquilizar’ hará que los inversores salgan huyendo y provocará una espiral fatal o un pánico bancario.


(…) Cuando no tenemos deudas nuestra reputación entre los círculos económicos no nos importa y, en cierto sentido, cuando nuestra reputación no nos importa tendemos a una buena reputación. Como ocurre con la seducción, la gente suele ejercerla más con quien menos la necesita.

(…) no deja de ser desconcertante que las personas que más nos han beneficiado no sean las que han intentado ayudarnos (por ejemplo, con sus ‘consejos’), sino las que más han intentado perjudicarnos.

(…) en un mundo complejo como el nuestro, la noción misma de ‘causa’ está bajo sospecha: o es prácticamente imposible de detectar o no está definida. Otra razón más para pasar de los periódicos y de su incesante suministro de causas para las cosas.

(…) cuando una persona es frágil, depende de que las cosas sigan el curso planificado con la mínima desviación posible porque las desviaciones le serán más perjudiciales que favorables. Esta la razón de que lo frágil necesite adoptar un enfoque muy predictivo y, a la inversa, de que los sistemas predictivos originen fragilidad. Alguien que desee desviaciones y a quien no le preocupe la posible dispersión de los resultados que el futuro pueda deparar porque la mayoría de ellos le serán favorables, será antifrágil.

Además, el elemento aleatorio en el método de ensayo y error no es tan aleatorio si se lleva a cabo de manera racional, usando el error como fuente de información. Si cada prueba que hacemos nos da información sobre lo que no funciona, empezaremos a acercarnos a una solución porque cada intento se hace más valioso, se parece más a un gasto que a un error. Y, naturalmente, durante este proceso vamos haciendo descubrimiento.

(…) Aprender de los errores ajenos…lo mismo sucede con el desastre de Fukushima, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que nos abrió los ojos al problema de los reactores nucleares (y  las probabilidades pequeñas) y que ha impedido catástrofes peores.



(…) Hay sectores empresariales a los que les encantan sus propios errores. Las compañías de reaseguros, que se dedican a asegurar contra riesgos catastróficos (y que son usadas por las aseguradoras para tener un ‘reaseguro’ contra esos riesgos no diversificables), consiguen salir bien paradas después de verse afectadas por una calamidad o un ‘evento de cola’. Si aún siguen en activo y les queda ‘pólvora’ (pocas tienen planes para estas contingencias, compensan el golpe recibido con una subida desproporcionada de las primas que los clientes pagan porque sobrerreaccionan y se quieren asegurar. Dicen no tener ni idea de cuál es el valor real del reasegurado, es decir, su precio justo, pero saben muy bien que en épocas de estrés es un precio excesivo, el suficiente para que puedan ganar dinero a largo plazo. Lo único que necesitan es que sus errores siempre sean lo bastante pequeños como para poder sobrevivir a ellos.

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